Esta forma de educación basada en el respeto puede resultar más lenta y trabajosa, pero será más beneficiosa para el niño o niña y para toda su familia, y contribuirá con la construcción de sistemas democráticos y de sociedades más pacíficas.

Los niños y niñas aprenden principalmente del ejemplo y si se les enseña que los conflictos pueden resolverse a golpes e insultos, probablemente reproduzcan estos patrones violentos de conducta en el futuro.

El “no” como límite debe formar parte del diálogo con el niño desde el inicio, es así como logra incorporarlo y darle sentido. Establecer un límite es enseñar que no todo es posible, que puede generar malestar y frustración, pero que esto favorecerá a la personalidad del niño y a su maduración, desarrollando la capacidad de esperar y de entender que no todo puede ser satisfecho inmediatamente.