La experiencia de cuidar a otras personas nos invita atransitar por varias emociones, en especial si se trata de familiares o personas cercanas, y además el cuidado implica el desarrollo de diversas actividades que ocupan una parte importante del tiempo y una modificación de la rutina.

Si consideramos que el cuidado se prolonga en el tiempo, es necesario poder adquirir algunas herramientas para evitar la llamada “sobrecarga del cuidador”, que se caracteriza por presentar algunas señales de alarma tales como: problemas de sueño, sensación de cansancio continuo, dificultades para concentrarse por exceso de tareas, cambios en el estado de ánimo, propensión a sufrir accidentes, altos niveles de autoexigencia y una de las consecuencias más comunes que se observa, es el estado de profunda desconexión con su propia vivencia personal, es decir, a veces se tiende a cuidar mucho y cuidarse poco, siendo una tendencia que las necesidades personales se posterguen indefinidamente.

Cuidar, acompañar, estar presentes, es comprender que no hay recetas mágicas, es un ARTE donde confluyen deseos, emociones, entrega, pero también límites, y como lo describe una hermosa frase: “acompañar se trata de estar presente para el dolor de otra persona; no de hacer que su dolor desaparezca. Acompañar se trata de ir al desierto del alma con otro ser humano; no de creer que somos responsables de encontrar la salida.”

Te esperamos en en SUM el miércoles 5 de setiembre a las 18 h.